sábado, 16 de septiembre de 2017

Miñera de Luna o el esqueleto de un pueblo resucitado







La imagen de los troncos muertos y abrazados, estremece y sobrecoge. ¡Cuantos abrazos habrán quedado entre las piedras y en las grietas de la tierra!









Se pueden trasladar los muebles y los aperos de labranza, pero los sentimientos quedaron ahogados y la identidad sumergida.



¿Qué habrá sido de Olegario Martínez, el frutero?










Se pueden borrar los pueblos de los mapas, pero la naturaleza  pugna por resurgir de nuevo; el río brota y la hierba renace en una tierra que se abre para respirar después de sesenta años anegada.






Aquí habitan los fantasmas del desarraigo y el abandono.


Las piedras guardan los secretos y los sentimientos de quienes les arrebataron su pueblo pero dejaron sumergida su identidad.



Pisar el suelo agrietado produce frio y eriza el vello. ¡Entre esas piedras se forjó la tragedia del abandono, la incertidumbre y la pena de sentirse expulsado, apátrida...



Los esqueletos de los árboles alineados, bajo los que los ancianos murmuraban sus eternas letanías y a los que los niños trepaban buscando nidos muestran sus ramas inertes.

Miñera de Luna ya no existe más que en los mapas de la memoria. 

La vieja rueda del molino recuerda los tiempos del trigo y el centeno de las fértiles vegas de la comarca.

La naturaleza, que se empeña en contradecir a los hombres para demostrar que es más poderosa


"Lo que hay debajo de un pantano es la devastación total y absoluta"
(Julio LLamazares)


Y volví a leer "Distintas formas de mirar el agua" , ya ya nunca miré igual a los pantanos

domingo, 10 de septiembre de 2017

¡Que empiece el curso!


Doblo el mandilón de cuadros azules y blancos, después de que mi madre hubiese bordado con hilo rojo las iniciales de mi nombre, con una cruz en cada cuadro y a tirones me tejiese las coletas bien apretadas.

Subo al desván a buscar la cartera roja con dibujos de Los Picapiedra y meto en ella, los colores de Alpino, la goma Milan y el cuaderno de Rubio con pauta, para aprender a escribir sin salirse de la raya, mientras  mi abuelo cuelga la cosecha de  fabes en el corredor del hórreo, y  mi abuela sentada a la sombra de la galería, va echando  las más grandes  en un cesto de carretero y las malas y manchadas en una lata vacía de aceite de La Giralda, agujereada y sujeta con un asa de hierro, mientras la brisa del norte refresca los primeros días de septiembre.
Calzo las botas azules con las que pisaré las hojas secas de los  castaños en noviembre, destrozaré el hielo de los charcos en enero y si aguantan, patearé las margaritas de marzo en el camino a la escuela.

Me visto con  la falda de cuadros verdes y rojos y los calcetines blancos que dejan al descubierto las rodillas renegridas y llenas de  cardenales,  testigos de un verano de juegos en la inmensa libertad de un pueblo sin más norma ni ley que el escondite, la BH roja y el trepar a cerezos, ciruelos y perales.

Voy a llegar a la escuela y ponerme al final de la fila con los ojos somnolientos; sentarme en el pupitre de madera y copiar en la libreta la fecha que la maestra pondrá en la pizarra.  

Aprenderé de nuevo a escribir las palabras más guapas de un mundo pequeño e inocente, sin salirme de la raya, de la pauta ni del contorno  que dibuja  el mapa del mundo en el que me gustaría vivir de mayor. 

Al volver a casa  mi padre me señalará el camino de las golondrinas que regresan  a un lugar lejano y mientras duermen en su armónico vuelo, va  madurando el maíz y se augura una buena seronda, que será el tiempo de poemas melancólicos y tardes amarillas, cortas y alfombradas.

¡Que empiece el curso!

viernes, 8 de septiembre de 2017

Derbis, fueron otros


Foto: Ávila 2004 (Promoción a 2° B. Los goles fueron de Dario y Luismi)

Uno apenas recuerda al Real Oviedo en primera; el otro tiene miedo de olvidarlo o de no poder verlo más en esa categoria.
¡Va por ellos!

Un derbi es una confrontación de dos equipos de una misma zona. Y solo caben tres opciones: ganar, perder o empatar. 
Otra cosa es jugar durante trece años otros derbis  a diario;  contra muchos mas que once y sin balón.  Disputamos batallas en tribunales, hacienda, seguridad social, medios de comunicación...  peleamos contra lo imposible sin más equipación que la fe; sí esa que mueve montañas y sentimientos y olvida la razón; la que nos llevó a saltar paredes en Laviana y jugar en Grao con la cabeza alta. Disputábamos los partido contra un rival difícil; se llamaba disolución. El oponente más duro fueron dos millones de euros. Y ganamos. Hoy a pocas horas de un derbi, de once contra once en campo contrario y con la deuda a 0, ¿quién dijo miedo? 
Derbis fueron otros. Esto es sólo jugar al fútbol. Sólo son tres puntos.¡Hala Oviedo! 



#inquebrantables

Localismos.y paletismos

Jaime Izquierdo, una autoridad en desarrollo rural y actual Comisionado para el Reto Demográfico en Asturias, presentó hace poco; “ La ciu...