jueves, 3 de agosto de 2017

¿Aque olían las fiestas del pueblo?




Me resulta sencillo recordar las músicas y las voces se fusionan en  la memoria acústica; Tino Casal, Abba y Miguel Rios, pero resulta más complicado encontrar los aromas de aquellas fiestas de agosto. Temo desparramar el envase tan frágil que guardo en mi memoria y que se evaporen y esfumen.
La fiesta del pueblo huele a jabón verde de Heno de Pravia, a champú que pica en los ojos en un envase de plástico transparente en forma de rombo que ponía "De Huevo" a canela y arroz con leche quemado con el gancho de la cocina, a guiso de pollo con ajo y perejil, a eucalipto verde de los postes de la luz en la romería, a pólvora de los voladores, al primer cigarrillo Fortuna a Azur de Puig, al cítrico y madera de cedro de la colonia del chaval mientras bailabas Santa Lucia;  a hierba mojada del rocío de la noche, a maíz en flor, al incienso y las velas de misa de gaita, a algodón de vestido nuevo, a chorizo y pan calientes, a almendras garrapiñadas a sudor y sal;




 a verano y a dulzona y empalagosa juventud.
Mientras cierro el frasco de la esencia de mi memoria, llega el verano y la fiesta del pueblo y me encuentra oliendo las fotos amarillas de la lata de galletas.

Localismos.y paletismos

Jaime Izquierdo, una autoridad en desarrollo rural y actual Comisionado para el Reto Demográfico en Asturias, presentó hace poco; “ La ciu...